Por Jesús Frontado
Narrar historias que no he vivido directa y personalmente suele ser una experiencia indescriptible. ¿Pero qué hay de una vivencia vasta, particular y duradera que he tenido el privilegio de vivir, conocer, presenciar y seguir muy de cerca? ¡Es completamente otra onda! Valencia Cool cumple su primer año rescatando la cultura de la ciudad. ¡Un año que pasó muy rápido! Y aunque muchas páginas no alcancen para explicar esta trama… he aquí su historia.
Recuerdo toparme con este medio, por primera vez, una rutinaria mañana agitada. Era septiembre de 2019. “Valencia Cool: gente, eventos y una ciudad cool”, leí en la pantalla un tanto averiada de mi teléfono celular. “¿Qué es esto? Bueno… luce como un proyecto que verá la luz pronto”, respondí para mí. Fue la primera y última vez que subestimaría este medio.
Conocía para entonces a quienes se encontraban marcando el rumbo del medio, mas no tenía idea de que se trataba de ellos. Poco después lo sabría, pero eso no importa mucho. Lo que sí es vital es: la historia de cómo surgió todo un medio de comunicación que rescata, difunde y promueve la cultura local, pone en boca de sus lectores lo más brillante de cada evento, y hace la diferencia en mitad de esta realidad congelada ¿Cómo inició todo? Ahora lo sé.
Detrás de la pantalla
Hariamna Montero, Daniel Hernández y María Gabriela Castillo son mucho más que los padres fundadores de Valencia Cool: son quienes mantienen cada gran e ínfimo elemento en su sitio, quienes coordinan la minuciosa logística, quienes redactan cada entrevista con las manos llenas de fe, fe en que todo alrededor mejore… y aunque cada uno cumple su tarea por excelencia, realmente todos se mantienen a la vanguardia, como una trinidad.
Cuando uno falta, dos lo suplen; cuando dos se ausentan, uno realiza todo el trabajo; y visto desde fuera mantiene su calidad, dirección y profesionalismo, creo yo. Detalles más y menos. Una familia, una causa, una senda poco transitada y una movida cooltural es lo que mantiene unificado a este equipo, por no mencionar los placeres esenciales de esta trabajosa labor.
Aunque se desempeñan extraordinariamente en sus roles y hablar de nivel me dejaría corto, no siempre fue así. No siempre amaron a Valencia. Sus sueños se trataban de otras cuestiones. ¡Ni siquiera procuraron en un principio la comunicación social como carrera universitaria, sino que toda esta maravilla mediática es producto de los azares de la vida! Porque Valencia lo necesitaba. Una cultura agonizante pedía a gritos ser difundida y rescatada. Creo que no pudo escoger mejor a sus difusores: tres de sus propios y mejores habitantes.
¿Un pensamiento aleatorio?
Era 12 de septiembre. El trío heterogéneo cursaba, por aquellos días, el tercer semestre de la carrera. Un profesor prodigioso asignó una pauta al salón. “Pueden ir juntos; no tengo problema con eso”, les dijo como dando luz verde… pero, ¿ir a dónde? Si no tenían idea de sobre qué escribir una entrevista informativa en esta ciudad, hasta entonces helada. ¡Apenas sabían cómo redactar una entrevista! Se posaron a pensar los tres en una mesa solitaria. Hacía demasiado calor ese mediodía.
En Valencia hay muchas cosas que pasan desapercibidas. La cultura, lamentándolo mucho, suele ser una de ellas. (Cultura, digo; no entretenimiento). Aquella mañana debatieron acerca de puntuales eventos sobre los cuáles escribir, pero nada más. No había mucho de cool en eso. Era únicamente tarea. Tras varias llamadas remitidas al buzón de voz y un mensaje perdido en las horas, el trío decidió contactar a quien sería, esa misma tarde, el precursor de toda esta aventura: el zar de las palabras elocuentes, Ender Oñate.
Más tarde, sentados en Bacoa bar, espacio acogedor por excelencia, realizaron la que, inocentes al caso, sería una de las primeras entrevistas para el latente Valencia Cool. Minutos previos a la llegada de Ender, el zar de la oratoria, María Gabriela Castillo tomó una fotografía llena de colores armoniosos. “Lista para una entrevista cool con gente cool”, rezaba el pie de foto en WhatsApp. Hoy, este proverbio es más que una frase: es una realidad. Finalizada la entrevista, una pregunta por parte del entrevistado lo cambió todo… casi literalmente todo.
– ¿Para qué es esto? –preguntó Ender.
– Para una tarea –respondió María sin vacilación.
– Qué lástima... –expresó Oñate como para sí, pero exteriorizando.
Los tres se miraron confusos en la mesa. No entendían el motivo de aquella interjección, hasta que el zar dio sentencia:
– Es que ustedes hacen muy bien esto; forman un muy buen equipo. Nadie habla de estas cosas. ¿Por qué no lo hacen ustedes?
Aquella pregunta fue la verdadera interrogación final de la entrevista… y la hubo hecho el entrevistado. Los papeles se invirtieron, porque quienes reflexionaban ahora eran aquellos tres: pensaban como parte de un todo, adonde pertenecen sus almas unidas por una movida expectante. Salieron de aquel bar con la vista en todas partes. Al día siguiente les aguardaba otra entrevista, la última que daría pie al medio que llega hasta los rincones culturales más recónditos de la ciudad.
Y así fue. El 13 de septiembre, el trío se dirigió hasta la sede del Mini Turismo Carabobo para la próxima “tarea” de entonces. La cita fue con Johan Fábregas, CEO del mencionado concurso a nivel nacional. Tras una conversación increíblemente fluida, el director ejecutivo les invitó a los tres a la noche final del concurso de ese año… con una sola condición. “Si tienen dónde publicar todo esto, están cordialmente invitados al eventos como prensa. Avísenme si tienen algo”, esgrimió Fábregas ante las tres narices anonadadas. “¡Tenemos un proyecto! Por supuesto que iremos. Muchas gracias”, respondió María Gabriela ante el shock de Montero y Hernández. Ninguno de los tres había digerido lo que acababa de pasar. Ahora era más que un proyecto.
Despedidos del insigne director, bajaron las escaleras del C.C: Los Jarales. Sentándose en una mesa agitados. “¿Qué vamos a hacer!”, fue la pregunta reina. Y no era para menos. Tenían poco más de 10 días antes de la gala final del concurso, y lo único que tenían, en realidad, era una idea abstracta en la cabeza junto con un juego de palabras y muchas tareas de la universidad. Pusieron manos a la obra.
Desde sus hogares, iniciaron conversaciones variadas, en las que el nombre del sitio era el tema principal. Valencia chévere, Cool Valencia... ¡Valencia Cool! Gente, eventos y una ciudad cool. Así fue bautizado el primer medio de comunicación local que se dedica exclusivamente a difundir y promover la movida cultural valenciana. Aventurarse a conocer esta ciudad fue lo que les hizo amarla. Amar… un auténtico acto de valentía.
Si algo caracterizó a este medio desde un principio, fue la seriedad, el profesionalismo y el enfoque. En una semana, los tres buscaron ayuda y lograron lo que creían imposible: fundar un medio de comunicación social. Imagen gráfica, de la mano de Ray Castillo, sitio web, redes sociales, correo electrónico… planificación, delegación de tareas, entre otras cosas. Todo en una semana. El Teatro Municipal de Valencia esperaba por ellos, pero ya no como espectadores… sino como prensa.
Cabe destacar que la universidad no se detuvo ni un momento. Fueron numerosas las noches sin dormir las de aquellos tres, sostenidas por el deseo fortísimo de mantener viva la cultura de la ciudad. La noche final del Mini Turismo fue particularmente agotadora desde la mañana. A causa de una pauta universitaria, acudieron en horas en que el sol se levanta a una sede de Protección Civil para entrevistar a Jacobo Vidarte, quien daría su opinión profesional acerca de un fenómeno natural amenazante. Era jueves 26 de septiembre; la gran final había llegado y el equipo estaba preparado, más que listo.
La primera publicación del portal fue el 20 de septiembre; la segunda, el 23. Narrado se lee muy pequeño, pero el estrés de aquellos días me enreda las venas con fuerza. La tarde del día 26, con vestimentas elegantes y carnets en mano, el ahora equipo de Valencia Cool ingresó al segundo balcón del teatro. Tenían el escenario en frente y el corazón en el espacio sideral. Se les había salido del pecho. Estaban increíblemente nerviosos.
No hay nada que se compare a la emoción de una primera vez, una primera impresión, una primera vivencia. Entrevistas, fotografías, vídeos y una experiencia sin igual extrajeron de aquella noche, y aunque resultaron exhaustos, la satisfacción les mantuvo en vela toda la noche para redactar la pauta universitaria. Fue por aquellos días, en el génesis de todo, cuando los tres supieron que Valencia Cool sería lo suyo. Una semana definiría todo un porvenir. Hoy, un año después, lo reafirman. Es lo magnífico de esto.
Valencia Cool
Y así comenzó todo. Pasaron inteligente y planificadamente por cada evento futuro, así como por numerosos artistas y figuras influyentes de la localidad. “De cada uno de los entrevistados aprendemos algo nuevo. Hay entrevistas de las que salimos volando de inspiración”, contó Hariamna Montero con la mirada sumida en recuerdos. Thalia Olvino, Yi Min Shum, Victoria Cegarra… Daniela Chirinos, Gabriel Aramendi, Oscar Strauss, por mencionar algunas figuras, han sido inmortalizadas por Valencia Cool más allá de sus hazañas.
Para sus padres fundadores, el crecimiento personal y profesional es lo más valioso entre tantos diamantes pulidos. Noches sin dormir, carreras a pautas, cumplir con las asignaciones académicas… todo ello desembocó en una organización más disciplinada, un aprecio profundísimo a la responsabilidad y, no menos importante, un sentido de pertenencia incondicional por Valencia, ciudad cooltural. La humildad provee fortunas; la experiencia ha sido la suya.
Sinceramente, una publicación y cuatro entrevistas se quedan cortas para contar todos los logros de este medio. Llegado 2020, la pandemia de Covid-19 cambió el mundo, por lo que el medio tuvo que mimetizarse a la nueva realidad. Ya su imagen y nombre causaban estragos de boca en boca. Hoy es una auténtica avalancha de genialidad. En un año de funcionamiento, Valencia Cool ha brindado un espacio digital para que el valenciano conozca lo que sucede en los resquicios de su sublime ciudad, descuidada por mucho tiempo por él mismo.
Un año. Un año de descubrimiento, aprendizaje, constancia, de la mano de autores inquietos, humanos, intrínsecos y pensativos. Me incluyo. Porque fui quien llegó al último, en marzo del año en curso, pero mi aporte para con el mundo a mis cuatro costados ha tocado corazones y mentes. Tanto como ellos, me siento orgulloso de hacer lo que nadie más hace: cometer un acto rebelde contra la falta de sentido depertenencia por mi ciudad, nuestra ciudad.
Llegada la cuarentena, las entrevistas por medios digitales se convirtieron en el pan de cada día. Por un lado, posponer magnánimos planes hasta nuevo aviso es triste. Por otro, mantener la labor honorífica para con Valencia en estos días es loable, pues el ánimo suele traicionar con bastante frecuencia. Ahora bien: las anécdotas tras Valencia Cool no dejan de escribirse… y esto será para siempre, pues la ambición de sus tres padres fundadores trasciende al espacio, la crisis, el sueño y los años.
No es secreto para nadie que Venezuela es un caso atípico y extraordinario en muchos sentidos. La monotonía reina. El aire es frío y deprimente, pero todos juntos podemos cambiarlo. Valencia Cool comenzó por aquí, porque “en una sociedad polarizada y llena de negatividad, unirse y hacer cultura es el verdadero acto de rebeldía”, dijo María Gabriela Castillo para la posteridad. He dicho muchas cosas, pero la verdad me esfuerzo por explicar algo que es verdaderamente inefable.
De un momento a otro, así como surgió, podría desaparecer todo. Las ideas pueden ser sacadas de la mente y el interés ciudadano podría ser socavado. Pero no aquí. No en Valencia. ¿No me crees? Está bien. Olvida tus recuerdos en los distintos sitios de la ciudad y lo que aprendiste en ellos. Un día, un niño verá danzar a una bailarina frente a una multitud con cámaras celulares. Lo verás absorto ante aquel acto. “Esto es cultura”, pensarás.
Podría desaparecer todo, sí. ¿Pero quién detendrá el ritmo cool procurado en la calles de esta ciudad despolarizada?
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